En la vida hay un momento que determinan nuestro porvenir; nuestro paso por el mundo. Para Octavio Mendoza, La Bruja de Texcoco, ese momento llegó hace casi diez años, cuando fue invitado por algunos amigos a una reunión muy fuera de lo común en Texcoco, Estado de México. El ambiente era algo que le resultaba tan ajeno como fascinante: estaban a merced de la oscuridad de la noche, entre rituales, magia, chamanes, conchas de armadillo, incienso y mucho, mucho mezcal. Lo que comenzó como una simple invitación a cantar y beber entre amigos, terminó con el despertar de La Bruja de Texcoco.
Esa noche, Octavio fue recibido por un chamán que afirmaba había estado esperándole. Y es que, al parecer, era el propio destino el que esperaba por ese instante, ya que después de haber escuchado todo lo que el chamán tenía para decirle, La Bruja surgió en Octavio como ese primer recuerdo de infancia, el que determina quién eres y crea un reencuentro contigo mismo, pero que por alguna razón ya has olvidado. La Bruja entró en él como cuando se abre una puerta desconocida, únicamente para descubrir que del otro lado está el hogar.
La Bruja cree firmemente en el poder curativo y redentor de la música porque lo vivió en carne propia el mismo día de su liberación: aquella noche chamánica, se le pidió curar, a través de su canto, a una chica que convulsionaba. Por supuesto, sanó. Desde entonces, Octavio Mendoza y La Bruja de Texcoco son uno solo.
Algunas veces, hablando con ella, podría resultar confuso escuchar que constantemente cambia los pronombres con los que se refiere a sí mismo, pero eso es, en todo caso, la manifestación de una dualidad muy peculiar que caracteriza a La Bruja. Ella es un ser de naturaleza transitoria, divergente, nunca estática, alguien que siempre busca ir más allá de los modelos establecidos. Un gran ejemplo de esto es su trayectoria profesional: La Bruja no es alguien que haya surgido de la noche a la mañana como lo es ahora, sino que su historia comienza desde mucho antes. Octavio Mendoza es músico desde que tiene memoria; solía aprender las técnicas clásicas y tocaba un sinfín de instrumentos de cuerda. Sin embargo, sus estudios académicos se dirigieron por otro camino, llevándole a estudiar Física en el Instituto Politécnico Nacional y dar clases en distintos niveles escolares.
Uno de los rasgos más característicos de La Bruja es su barba negra y abundante, algo que en muchas partes del mundo es sinónimo de masculinidad y fuerza, pero que en ella es precisamente una claudicación del símbolo masculino. En ella, la barba no se contrapone a los vestidos, las lentejuelas, el maquillaje o los zapatos de tacón, sino que los complementa, de manera que su apariencia física no hace más que celebrar esa dualidad que no conoce fronteras ni etiquetas.
Así como se apropia de una identidad que constantemente se enfrenta a los estándares sociales, La Bruja de Texcoco también se apropia de la música y la lleva a lugares inusuales, nuevos y desafiantes. Sus composiciones retoman elementos de la tradición mexicana, pero se apoyan en el perfomance, en la feminidad, en la riqueza cultural del país y en la naturaleza multifacética de su creadora, que fusiona la música popular con ritmos precolombinos, ópera y géneros más modernos como el rock y la música electrónica. De acuerdo con ella, no hay dos conciertos de La Bruja que sean iguales, pues ella misma siempre está en transición, lo que genera que cada presentación sea tan mágica y única como lo es ella misma, instante por instante.
La Bruja de Texcoco aparece en una época en la que aún se habla de los cuerpos disidentes en un susurro, a media voz o por debajo del agua. No obstante, ella se rehúsa a ser un secreto a voces. Es común que la gente sienta temor ante lo desconocido o lo diferente y, por esa razón, Octavio Mendoza utiliza todos los elementos que están a su alcance para demostrar que la creatividad no conoce límites ni barreras y que la magia está incluso allí donde nos da miedo posar la mirada.
- La Bruja es un personaje que causa siempre un gran impacto en las personas. Cuando vas por la calle, ¿cómo sientes esas miradas? ¿Cómo las percibes?
Es difícil porque estás exponiendo tus sentires, tu pensar, cómo quieres mostrarte ante la gente. Sí, es difícil, pero a la vez me da cierta seguridad, me empodera; la feminidad es algo que te puede empoderar muy cabrón. Si no tuviera ese poder que me produce la feminidad no tendría el valor de salir así vestido a la calle. Y creo que es importante mostrarnos, para que más personas como yo, personas disidentes, puedan salir libres sin temor a ser violentados o juzgados. Al final, creo que es algo muy lindo y recomiendo experimentarlo, porque, después de todo, somos personas duales, personas con muchos sentires. Los hombres están muy limitados; la masculinidad, debido al machismo que vivimos aquí en México, está muy encasillada y no permite experimentar estos procesos de feminidad. Es una realidad que vivimos, pero yo creo que el cambio está en uno mismo. No puedes decir que estás haciendo un cambio sin estar haciéndolo desde tu trinchera. Y mi trinchera es mi cuerpo, mi trinchera es la música, totalmente. Y mi identidad como mexicana, ¿sabes? Porque luego me dicen, ¿por qué usas un huipil de Oaxaca si no eres de Oaxaca? O, ¿eres de Texcoco o no eres de Texcoco? ¿Por qué tocas un huapango si no eres de la Huasteca? Digo, ¿entonces qué soy, china? ¿Uso un kimono o qué? O sea, no, soy mexicana y todo esto es parte de mi historia. Al final eso es lo que forma a la Bruja.
- Ahora que mencionas la identidad, entre lo queer, lo no binario, lo trans… ¿tú cómo te defines?
Me gusta tomar muchos elementos, al igual que en mi música: mi música y yo no tenemos una etiqueta. Para definirme podría decirte que tomo aspectos de la cultura queer, de lo no binario, de las personas trans, de la propia comunidad gay, o sea, hay mucho de dónde tomar, pero, al final, solamente me quedo con lo que me llena o me es práctico. Creo que podría definirme como una persona fronteriza; siempre estoy como en la línea divisoria entre muchas cosas y eso me ha funcionado también para mi música. El no definirla como un son de mariachi o un son huasteco o algo muy específico, me ha dado la oportunidad de ampliar más mis horizontes y sentirme más identificada con algo propio.
- ¿Cuándo entendiste que no había etiquetas para ti? Que no entendías tu mundo a partir de límites predispuestos.
Yo creo que me di cuenta desde que conocí a la Bruja. Ella llegó a mi vida en medio de todo aquel ritual y desde ahí me di cuenta de que las etiquetas son una limitante; puedo coincidir con más personas que sienten y vibran como yo sin hacer caso de las etiquetas o estereotipos. Por ejemplo, Guillermo Gómez Peña para mí es un referente muy importante; he trabajado y colaborado con él. Es increíble su trabajo y al igual que él hay muchas personas y referentes en la cultura, no solamente mexicana sino chicana y de otras partes del mundo que exploran esta cuestión fronteriza.
Entonces, sí, lo supe en el momento en el que llegó La Bruja a mi vida.
- Claro, aquel momento que has narrado en varias ocasiones. Pero esa chispa ya existía en ti, ¿no crees? Desde que eras niño, has referido con anterioridad, jugabas a probarte la ropa de tu mamá, te fascinaban los colores y las texturas de las telas; era algo que te hacía feliz y te gustaba. ¿Cómo fue tu experiencia en ese tiempo?
Sí, totalmente. Eso ya existía. Es algo que se convirtió en realidad, algo que pude haber experimentado cuando era niño, pero lamentablemente las condiciones sociales no eran favorables para mí; no me lo permitieron. Ahora es como una experimentación y un proceso que estoy viviendo ya como persona adulta, aunque pude haberlo vivido desde antes. Por eso es muy importante no limitar a las infancias trans, a las infancias que están pensando y viviendo distinto. Yo creo que ahorita mi pensar y mis procesos serían distintos si hubiera tenido esta apertura desde un principio. Porque la sentía.
- Esas limitaciones impuestas a las infancias trans, a veces van acompañadas de violencia y así hasta la vida adulta. ¿Cómo hacemos para parar esa violencia que sufren tanto la comunidad LGBTQ+ como las mujeres?
Yo creo que es importante que personas como yo nos mostremos y motivemos a más personas a sentirse libres de mostrarse sin miedo, sobre todo si ya estamos viviendo en un proceso de cambio. Me hicieron hace poco una entrevista en donde me preguntaron qué opinaba sobre la nueva normalidad de los conciertos, de hacerlos en línea; de que todos estamos muy modernizados con las redes sociales y tratando de continuar nuestra vida mediante plataformas digitales. Yo les dije que es un gran avance, es algo súper increíble que tenemos como personas, pero esta nueva normalidad debe de venir acompañada de nuevos pensamientos y de mayor inclusión. No podemos hablar de una nueva normalidad y de una forma distinta de comunicarnos teniendo todavía esta mentalidad que nos limita a entender, que nos obliga a existir en un mundo binario donde nos hacen creer que sólo existen hombres y mujeres y punto. Esta nueva normalidad debe estar acompañada de nuevos pensares en donde nos incluyan absolutamente a todas las personas.
- La Bruja de Texcoco ha roto cánones con sus presentaciones, con su arte, con su música, inclusive en comunidades indígenas, en donde algunas de sus costumbres limitan mucho a la mujer. ¿A ti cómo te ha ido? ¿Cómo ha sido recibida la Bruja en estos entornos en donde el machismo es inherente a la cultura?
Me gusta trabajar con personas que piensen y sientan muy parecido a mí. Todo mi equipo de trabajo está conformado por personas que son totalmente abiertas y no tengo ningún problema en ser quien soy con ellos; mi mánager es mujer. También cuando me acerco a trabajar con personas de la comunidad me gusta mucho buscar a personas de la disidencia, trabajar con mujeres trans de comunidades, personas maricas, gente queer. Porque existen. Ahorita estoy trabajando con una comunidad de Oaxaca, con un amigo y gran compañero, Gabriel, que es un chico trans que está haciendo una radio comunitaria para acercar a personas disidentes a estas actividades que se hacen aquí en la ciudad. Estamos colaborando para poder generar espacios seguros dentro de las comunidades. También se está trabajando con una muñequita otomí que está siendo una artesana increíble, la señora Antonia, y lo mismo, me gusta o trabajar con mujeres o con personas disidentes. Amo trabajar con mujeres trans y chicos trans. Lo más lindo es que la gente que está a mi alrededor se está acostumbrando y todo esto se está normalizando.
- Tomando en cuenta tu trabajo realizado, tus colaboraciones, la forma en la que expresas tu sentir a través de la música, podría resultar un poco obvio, pero ¿cuál crees que es tu misión como artista, como creador?
Creo que mi propósito en la vida ahorita es ser feliz, disfrutar cada momento, porque de repente la vida es tan espontánea… y de repente ya estamos a mitad de una cuarentena y… esto me ha puesto a pensar en que todos los momentos los tengo que vivir al máximo y buscar la felicidad totalmente. El proyecto de la Bruja es eso, ser feliz.
La Bruja de Texcoco, más que un personaje folclorizado de la mexicanidad, es un ser de carne y hueso que llega para demostrarnos que la magia existe en toda persona que se atreva a abrirle sus puertas. No hay nada imposible para ella y tampoco para nosotros. Desde su identidad trasfronteriza hasta su música que cambia de un género a otro sin sufrir ruptura alguna en su composición, La Bruja de Texcoco nos enseña que en este mundo, la única etiqueta que existe es aquella que cada persona, por separado o en conjunto, decide adjudicarle a su corazón.
El concierto de La Bruja de Texcoco es gratuito y podrás verlo en la web cervantina este miércoles 14 de octubre a las 20:00. https://festivalcervantino.gob.mx/
Además de tocar rolas de su disco “De brujas, peteneras y chachalacas”, interpretará canciones del folclor latinoamericano en donde los arreglos serán los protagonistas.